Emboscando a Ariel

Emboscando a Ariel

Lores Dragón de Valdier, Libro 4

Ariel está atrapada en una nave que se dirige a un planeta lejano, pero está decidida a huir y encontrar el modo de volver a casa.

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El amor de Ariel por su hermana Carmen y por su mejor amiga Trisha siempre ha sido una prioridad en su vida, pero ahora que tiene veintiocho años, está lista para empezar a centrarse en lo que ella misma quiere: cuidar animales abandonados. Es entonces cuando el grupo de mujeres se ve secuestrado por alienígenas, y el plan pasa a ser huir y encontrar la manera de volver a casa.

Mandra Reykill sabía que su hermano mayor estaba volviendo a casa con su compañera predestinada y las amigas de esta, pero lo que no sospechaba es que su propia compañera predestinada se encontraba entre esas mujeres. Y de repente ahí está, por sorpresa… y atacándolo dolorosamente por sorpresa.

Su dragón está completamente enamorado de la delicada belleza de la mujer, y su simbiótico está encantado con sus suaves caricias y amabilidad, pero lo único que consigue Mandra bajo su forma de hombre es a una mujer cabezota que se niega a reconocer su reclamo sobre ella. ¡Y para acabar de redondearlo, su ordenada vida se ve de repente patas arriba cuando Mandra se encuentra su hogar, y su nave, súbitamente invadidos con alimañas provenientes de toda la galaxia! ¿Cómo puede una mujer invocar a tantos animales?

¡El humor y estilo característicos de S.E. Smith, reconocidos internacionalmente, te llevarán más allá de este mundo!

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Examinó su hogar, normalmente tan meticuloso: las puertas de sus habitaciones habían quedado destruidas, ninguno de sus valiosos muebles había sobrevivido, las puertas del balcón o bien estaban agrietadas o habían sucumbido cuando su simbiótico las había atravesado al vuelo y lanzado a uno de los guardias por ella después, su preciada colección de armas y escrituras antiguas sembraban el suelo, y su hogar rebosaba de seres a los que normalmente devoraba.

Volvió a desviar la vista hacia la pequeña humana que había entrado en su vida aquella misma mañana, y se preguntó de dónde demonios debía provenir para que una destrucción como aquella la siguiera a todas partes. Abrió la boca para decir algo, pero no se le ocurrió nada. Hizo una mueca cuando varias cosas más cayeron el duro suelo de mármol con un estrepito.

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