Kelan Reykill se enorgullece de su estricta autodisciplina, su capacidad de mantenerse al control en cualquier situación y su habilidad de manejar cualquier reto. Todo esto cambia cuando conoce a una terca mujer humana del primitivo planeta donde su hermano buscó refugio. Cuando le arrebatan a Trisha, Kelan la rastreará hasta los límites del universo y más allá, porque de algo está seguro: ella es su compañera predestinada y hará lo que sea; matará a quien sea que trate de lastimarla.
Trisha Grove disfrutaba de su trabajo como piloto en Boswell International, pero se da cuenta de que algo le falta a su vida: su familia. Está lista para renunciar y regresar a casa en Wyoming, donde vive su padre. Nunca esperó que su último vuelo para Boswell habría de terminar en un viaje inesperado fuera de este mundo. Al principio, Trisha no está segura de qué es real y qué no; lo único que sabe es que está determinada a regresar con su padre, sin importar lo que cueste.
Kelan Reykill es el cuarto hijo en el linaje real de los valdier. Comandante del V’ager, una de las naves de guerra valdier más grandes, se enorgullece de su estricta autodisciplina, su capacidad de mantenerse al control en cualquier situación y su habilidad de manejar cualquier reto. Todo esto cambia cuando conoce a una terca mujer humana del primitivo planeta donde su hermano buscó refugio. Ahora, en todo lo que puede pensar es en cómo llevar a la mujer a su cama y mantenerla bajo su control mientras sigue en una sola pieza.
Cuando se la arrebatan, Kelan rastreará a Trisha hasta los límites del universo y más allá, porque de algo está seguro: ella es su compañera predestinada y hará lo que sea; matará a quien sea que trate de lastimarla.
Kelan estaba a punto de responder cuando la pequeña figura de su compañera saltó de la maleza a pocos metros de ellos. Sobresaltó a Kor y Palto, quienes dieron un paso atrás cuando ella emergió casi entre ellos. La vio mientras se le acercaba lentamente, con una pequeña sonrisa cómplice en su rostro, como si supiera lo que él les estaba diciendo a los otros dos dragones que tenía cerca.
Los ojos de Kelan se agrandaron como platos mientras ella estiraba su mano hacia él y le acariciaba el borde del lado izquierdo de su nariz.
―Corre que te pillo, ¡tú la llevas!
―dijo Trisha con ternura. Kelan estaba a punto de transformarse cuando escuchó su suave petición.
― No, no cambies, todavía no. Quiero verte así. Trisha ignoró a los otros dos dragones y a los dos hombres parados detrás de ella. Estaba concentrada solo en el hermoso dragón color jade y plata parado frente a ella. Apenas escuchó a Kelan gruñirle algo al otro hombre.
Lo que sea que fuese, los cuatro deben haberlo entendido, ya que los dos dragones pronto se convirtieron en cuatro. Los cuatro le asintieron respetuosamente y alzaron vuelo, dejándola sola con su compañero.
―Eres tan hermoso, exactamente como mi dragón dijo que lo eras
―murmuró Trisha mientras recorría la quijada de Kelan con su mano.
Kelan bajó su cabeza para darle a Trisha un mejor acceso. Entendió que ella necesitaba explorarlo en su forma de dragón. Aunque la había extrañado mucho y quería reclamarla, había aprendido de su error de no darle tiempo de explorar y aceptar quién era él y lo que era su mundo.